Los once puntos que lo
distancian de la cima de la tabla de posiciones son la prueba irrefutable de
que no hizo bien los deberes. Pero no hay que darle muchas vueltas
ni formular tantos preámbulos en vano: el semestre de Lanús, que afrontó
solamente la primera mitad del novedoso campeonato de 30 equipos, fue flojo. Anduvo
de regular para abajo, por no decir que fue malo. Aunque duela, es la
realidad.
El Granate de los Barros
Schelotto no terminó de arrancar nunca, más allá de que pudo haber obtenido
algunas unidades más de las que cosechó (21). Sin embargo, el maquillaje no
habría cambiado el análisis: en lo futbolístico estuvo a kilómetros de
parecerse a un equipo con aspiraciones importantes. De no ser por Acosta
-batallador incansable, figura en cada partido- habría sido peor. Mucho peor,
sin ninguna duda.
El año del Centenario
arrancó torcido para Lanús, que vendió a varias de sus figuras a cambio
de millones de dólares para incorporar lo justo y necesario. Aunque
obviando varios puestos clave como los laterales -sobre todo el izquierdo- y el
del volante creativo. Acá estuvo la falencia principal, compartida entre el
cuerpo técnico y los directivos que toman decisiones importantes en la
conformación del plantel.
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Un semestre bastante flojo. La primera mitad de 2015 no fue la que se esperaba en Lanús. |
La lesión -peculiar y
desafortunada- que sufrió Sebastián Leto también fue un dolor de cabeza, ya que
el flaco asomaba como una alternativa de desequilibrio en ofensiva. Encima el
Tanque Silva, goleador del debut victorioso frente a Quilmes, se bajó del barco
demasiado pronto por causas que todavía se desconocen. Ante semejante panorama
(más que desalentador) en el horizonte se empezaron a avizorar las primeras
nubes negras que anticipaban tormentas peligrosas.
La noche de la aparición
milagrosa de Melano en Mendoza atinó a ser la salvación del Grana, pero fue
sólo una notable mejoría (nada despreciable) en el rendimiento del punta
cordobés. Las bajas por lesiones de Braghieri y de Aguirre, quien arribó con el
torneo empezado, tampoco estaban en los planes. Así el Mellizo tuvo que
arreglárselas como pudo, muchas veces con lo que había a mano,
significativamente menor al material con el que cuentan San Lorenzo, Boca y
Racing, por caso.
Igualmente no es excusa,
porque Guillermo -gracias por todo, lamentamos el 2014, pero ahora
vamos por mucho más- tiene su cuota de responsabilidad. Porque la otra
cara de la moneda son los rivales que con menos cartel finalizaron más arriba o
-al menos- con un estilo definido y efectivo, como Belgrano, Tigre y Gimnasia.
Por citar varios ejemplos, ¿no?
Nadie duda del trabajo que
se hace durante la semana y algunas jugadas preparadas que culminaron en goles
a favor son la respuesta. La más reciente, claro, la aparición de Velázquez en
Temperley. Mucho más atrás, el cabezazo repentino del Laucha en Unión. Lo
que sí se discute es la falta de juego asociado y la apuesta constante al
pelotazo para buscar el uno contra uno. No está mal, pero parece ser
el único bosquejo que siguen los jugadores. Cambian los nombres, se modifican
los esquemas, pero lo que hace falta es un plan b para no tropezar
siempre con la misma piedra.
Este primer semestre, muy
distante del que soñaban los hinchas en el tan ansiado año del Centenario
Granate, tiene que ser un llamado de atención para lo que viene. Once puntos
son descontables, siempre y cuando se arme un equipo competitivo con
dos o tres refuerzos de jerarquía que potencien lo que se hizo bien.
Bah, ni más ni menos que lo que pidió el Laucha en los últimos días…
Más allá de la recuperación de Leto y de Aguirre, Lanús necesita un centrodelantero que asegure una cuota goleadora y un conductor que ponga la pelota contra el piso, que piense, que maneje los hilos. Y sobre todo, animarse a jugar un poco más a la pelota. Hay que hacer para volver a ser. Si lo logra, las alegrías volverán en un santiamén.
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