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Un poco de cada uno. El Mellizo dice que rescata algo de cada entrenador que tuvo. |
Si hoy lo viera alguien que desconoce su exitosa carrera pensaría que todavía es jugador, pero dejó de serlo hace tiempo. Guillermo Barros Schelotto vierte las virtudes que obtuvo como futbolista en su flamante labor como director técnico. Está atento a cada detalle de la pretemporada. Y protesta aunque no tenga razón con el fin de sacar una mínima ventaja. Llega al fondo del hall principal del predio de la AFA a toda velocidad y encara el mano a mano con Clarín. Trata de gambetear la entrevista y de patear la pelota para adelante, pero esta vez, vaya paradoja, no lo logra.
- ¿Es más fácil ser técnico o jugador?
- Ahora uno tiene la obligación de ver y a su vez pensar cuál es la solución, el cambio que hay que hacer o cómo mantener el resultado. Antes jugaba, me expresaba con la pelota y me preocupaba en resolver la jugada. Eso se terminó. Ahora trato de buscarle la vuelta al rival en la semana con los entrenamientos. Como técnico me abarca mucho más tiempo y hay que estar atento a todo.
- ¿Qué notás que aprendiste o que perfeccionaste en estos meses?
- Me falta mucho por aprender. Ahora tengo tranquilidad para hablar con los jugadores que antes no sabía si la tendría. Perfeccioné esa capacidad para transmitir los conceptos y hacerme entender. A veces pensaba si me habían comprendido o no. Antes de lanzarse hay cosas que a uno le generan dudas y que no sabe si las podrá afrontar. En ese sentido, a nosotros nos hizo muy bien el plantel de Lanús, que en la parte humana es excelente y nos dio tranquilidad para desarrollar nuestras ideas.
- Cuando arrancaste te referías a que querías un estilo porque no te gustaban las comparaciones. ¿Lo lograste?
- La idea y el trabajo está. Somos bastante simples porque tratamos de no complicar al futbolista. Jugamos en base a eso, sin ser muy rebuscados. Ojalá se vea reflejado. Quiero un estilo propio y en algún momento imitar la capacidad de Carlos Timoteo Griguol para incrementar el potencial de cada jugador, hasta en los entrenamientos. Tampoco serviría copiar todo el tiempo a los demás, porque llegaría un momento en el que perdería la identidad.
- ¿Y vos qué copiaste?
- Tuve la suerte de ser dirigido por técnicos de la talla de Bielsa, Basile, Passarella, Tabárez, Bianchi, Griguol, Gregorio Pérez y La Volpe, todos con mucha trayectoria y buenos resultados encima. Aprendí cosas de todos. Incluso de los que no tenía una buena relación reconozco que les he robado cosas. Es difícil rescatar algo puntual de cada uno, ya que se adquieren diversos conceptos futbolísticos o determinados ejemplos de la parte humana. Eso crea tu propia manera de ser como técnico.
- ¿Pero qué sacaste de cada uno?
- Uno le roba la idea a alguno y luego la evoluciona según la manera que tiene de ver el fútbol. Me encantaría tener la simpleza de Bianchi para hablar y llegarle al jugador, o la gran capacidad que posee La Volpe para leer el juego del equipo rival y del propio. Del Coco Basile me quedo con el liderazgo que tenía dentro del grupo. Lo que más me gusta de Bielsa es la velocidad y la intensidad de sus equipos para atacar, como también la exigencia en los entrenamientos. Sin embargo, no tengo la misma manera de expresarme ni el convencimiento de él. Yo tengo mi estilo. Por eso si trato de imitar a un entrenador, termino equivocándome porque el modo de hablar es imposible de igualar.
- ¿Qué opinás cuando se dice que un técnico mayor ya no es capaz de llegarles a los jugadores?
- No es así. Es lo mismo que cuando dicen que uno joven no tiene experiencia. Los técnicos grandes se apoyan en la experiencia para tener esa relación fluida. Mientras que los jóvenes hacen lo posible a partir de la poca diferencia de edad. A medida que pase el tiempo los reemplazarán por una cuestión lógica. Es igual para los dos casos. Está en los dirigentes decidir cuál de los dos estilos contratará.
- ¿Cómo ves el nivel del fútbol argentino y cómo lo notás a futuro?
- Últimamente había decaído porque los jóvenes se van rápido, y porque se juega a ganar y no a jugar. Siempre dependió, depende y dependerá de los resultados. Pero mejorará de a poco porque es dinámico. Es bueno que Vélez y Newell’s, que juegan bien, y también Lanús, intenten siempre jugar, ya que eso le hace bien al fútbol. Después hay que ver cómo reaccionan River con Ramón Díaz y Boca con Carlos Bianchi. Que estén ellos es un atractivo más y seguramente elevará el nivel del torneo, el interés de la gente y el rendimiento de los jugadores.
- ¿Y qué cosas le hacen mal?
- Que se especule tanto con la continuidad de los técnicos. Eso tampoco le da tranquilidad a los futbolistas, a los dirigentes y a los hinchas. Hay que convivir con eso. Además ganaron mucho protagonismo actores que antes no eran habituales como los grupos empresarios o los representantes, que entorpecen un poco. Pero el mundo del fútbol, no sólo Argentina, les ha dado lugar.
Un
análisis de su ex socio Palermo
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Otro tiempo. Palermo y Guillermo, juntos. |
Atrás
quedaron aquellos memorables partidos en Boca, en los que Guillermo
Barros Schelotto asistía una y otra vez a su amigo Martín Palermo,
quien le respondía con goles. Ahora el fútbol hizo que se volvieran
a cruzar en un campo de juego, pero ambos desde el banco de
suplentes.
- ¿Qué te pareció el inicio de Palermo como director técnico de
Godoy Cruz?
-
Aún no tuvo mucho tiempo para demostrar lo que puede dar en este
nuevo rol, ya que fueron solamente dos partidos. Igualmente tiene
tiempo para trabajar y ver cómo le pueden salir las cosas. Está
contento. Sé que él tiene su propia idea y su estilo.
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Justamente, ¿cuál será su sello?
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Un poco el que le gustaba a él como jugador. Seguramente armará un
equipo con mucha garra y presión. Y que además jugará bien con la
pelota.
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¿Cómo ve el fútbol Martín?
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Más o menos con la idea que tenemos todos cuando arrancamos. El tema
pasa por el trabajo que él haga y la manera en la que convenza a sus
dirigidos.