Sacala. Ayala acaba de lanzar un derechazo que será inatajable para Montoya. |
Si no es el mejor shoteador
del fútbol argentino la pelota pega en el palo, cruza toda la línea de cal, da
contra el otro poste y finalmente ingresa en el arco. O tal vez no… Menos
vueltas da la redonda cuando él se hace cargo de ésta en una zona lindera con
el área adversaria. En ese momento, el ambiente sufre una metamorfosis: la
gente pega un salto y se para sobre la butaca de su platea, los tribuneros
utilizan ambas manos para que el sol no les dificulte la visión, y los que se
impacientan por televisión claman silencio y se acercan a la pantalla. Víctor Hugo Ayala (24 años) tiene una
pegada que asombra cada día más. Es escalofriante. Por lo sublime, obvio. No
importa la distancia, mucho menos si la jugada es con el balón detenido o en
movimiento, ya que se ha convertido en una de las principales armas del equipo
dirigido por Guillermo Barros Schelotto. Sus dos golazos dan cuenta de ello: el
primero, un fierrazo ante Vélez, en una jornada tan histórica como sufrida; y
el otro, más reciente, en la derrota ante All Boys.
Su llegada a Lanús fue un gran
acierto de Gustavo, a quien conocía de su paso por Libertad, ya que hasta ese
momento era un jugador ignorado por el fútbol argentino. Si bien todo comenzó
como una apuesta riesgosa (y sobre todo costosa, debido a que su pase valió alrededor
de 750 mil dólares), la actualidad lo encuentra como una de las gratas apariciones
extranjeras de este Torneo Inicial, junto con el ecuatoriano Juan Luís
Anangonó, de Argentinos Juniors, y el uruguayo Rodrigo Mora, de River. Ayala le
pega tan bien, pero tan bien, que algunos entendidos de la materia lo han
catalogado como el Cristiano Ronaldo
guaraní. Y salvando la distancia (inconmensurable, claro), el volante tiene
una manera de ubicarse delante de la pelota similar a la del astro portugués,
además de que remata con el empeine para que ésta tenga un efecto endemoniado y
difícil de descifrar. Quizás no haya plasmado tantos elogios en la red, pero sí
es cierto que todos los balones que salen de su botín derecho generan más que
un dolor de cabeza para los arqueros rivales.
“Él (por Ronaldo) tiene otro
modo de rematar, además de que su pegada ya está perfeccionada. Por ahí yo me
paro de esa manera por una cuestión de comodidad y no por otra cosa, ya que no
trato de imitarlo”, les retruca VA16
a aquellos desatinados que lo comparan con CR7. Y asegura que su ejemplo a
seguir es su compatriota Francisco Arce, actual entrenador de Rubio Ñu y un
destacadísimo lanzador de tiros libres: “El Chiqui fue quien me dijo cómo había
que pegarle y en qué posición era conveniente hacerlo. Es el día de hoy que tengo
muy en cuenta sus palabras. Toda esa experiencia me sirvió para crecer”. Víctor
garantiza que su habilidad para chutar la redonda lo acompaña desde el nacimiento,
aunque también reconoce que tuvo que practicar mucho para refinarla. “Tengo la
pegada desde que era un pequeño, pero la he mejorado con el tiempo y con la
ayuda de la gente experimentada de cada plantel que integré. No siempre tuve
potencia y precisión, eso se logra con trabajo. Por suerte está cada día
mejor”, explica, con la sencillez que lo caracteriza, el player nacido en
Eusebio Ayala, a 72
kilómetros de la Ciudad de Asunción.
-
¿Sos de esos jugadores que se quedan después de un entrenamiento para practicar
tiros libres?
- Sí, pero a veces uno se
entrena mucho, acumula cansancio y no es conveniente rematar demasiado porque
se te carga el posterior o el aductor. También es una indicación del preparador
físico (Javier Valdecantos). Por ahí entre semana me quedo un rato a patear 50
pelotas, y un día antes del partido pateo sólo diez para prevenir.
- ¿Y
mirás videos de los arqueros para saber si son de adelantarse o si tienen un
lado predilecto para tirarse?
- No, casi nunca… Pero sí soy
de pegar un vistazo en el medio del partido o cuando la pelota se va afuera
para ver en qué lugar se posiciona. Depende del momento, a veces no me fijo
mucho en eso. Cuando tengo la pelota o me dan la chance para rematar, busco
siempre el arco porque es lo que me piden Guillermo y Gustavo.
-
¿Te costó mucho adaptarte al fútbol argentino?
- Creo que ya estoy acoplado…
Fue difícil cuando llegué, pero gracias a Dios ya pasó. Yo era de mirar los
partidos de acá porque se juega con mayor rapidez, a uno o dos toques y es muy
dinámico. También se busca al compañero más cercano y se presiona rápido, algo
que hacemos muy bien en este equipo cuando no tenemos la pelota y hay que
recuperarla. No me equivoqué al venir. En Paraguay hay un poco más de tiempo
para pensar, es un fútbol más táctico y algo lento. Es una diferencia muy
notoria.
-
Ahora que te afianzaste, ¿cuál es el próximo paso que te gustaría dar en tu
carrera?
- Me falta mucho para
devolver toda esa confianza que me ha dado el cuerpo técnico. Trabajo cada día
para aportarle lo mío al equipo. Mi objetivo es cumplir el contrato que tengo
con Lanús, ya que recién van seis meses desde que llegué y tengo varios años
más para demostrar mis condiciones. Estoy en un buen momento y la idea es
mantener ese nivel, no dejarlo. Después, si viene una oferta tentadora para el
club y para mí se analizará.
Conocíamos
su potencial
Cuando lo propusimos para que
viniera a Lanús sabíamos el potencial y las cualidades que él tenía. Creo que
se acomodó muy bien al fútbol argentino y con el paso del tiempo mejorará aún
más porque es alguien que mira constantemente hacia delante. Tiene mucha
capacidad para recibir toda la información, procesarla y usarla en su propio
beneficio. Su llegada era una apuesta importante porque el club tenía que
invertir mucho dinero y al no ser un jugador muy conocido se generaba cierta
incertidumbre. Pero respondió bien. Su pegada es una condición que nosotros
tratamos de potenciar para que él la efectivice. Por lo general se queda
pateando después de las prácticas para mejorar el muy buen golpe que posee.
Tiene buena técnica para jugar, generalmente se la da a los compañeros y está
muy bien físicamente. Además de que se acomoda rápido a lo que uno le pide. Entre
nosotros hay una relación un poco más distendida por una cuestión de tiempo, ya
que yo lo tuve en Libertad de Paraguay.
Gustavo
Barros Schelotto (ayudante de campo de Guillermo)