viernes, 16 de noviembre de 2012

Nicolás Laprovíttola, el Nene que creció de golpe

Dueño de una humildad asombrosa, el base de Lanús habló a solas con el Diario del Grana acerca de sus orígenes en el básquet, su rol de líder dentro del equipo y su deseo de superarse cada día. 

El autor intelectual. Laprovíttola es el líder de este Lanús que da pelea en la Liga Nacional.

Se las arregla para ser el paladín de una cofradía integrada por personalidades que ostentan un amplio bagaje de habilidades y que cargan con admirables trayectorias. Y él no se la cree ni un poco. Al contrario, empuña orgulloso la humildad como su reluciente estandarte y envidiable alma máter. Este uno contra uno en las gradas del Microestadio Antonio Rotilli es una muestra clara de ello, ya que se comprometió a asistir en un día en el que el entrenamiento era opcional. Nicolás Laprovíttola (22 años) se desenvuelve como un grande con llamativa prestancia, a pesar de que su documento denota que aún es un muchacho. O, mejor dicho, un Nene, seudónimo que se ganó por la desfachatez y la soltura que exhibe con la pelota granujienta y anaranjada al desparramar rivales por el parquet. Hoy es el intérprete insigne de una aventura que comenzó a forjarse hace apenas un puñado de almanaques y que actualmente se encuentra en su faceta de florecimiento. Pero detrás de este espléndido presente sobresale un pasado sacrificado y exigente, una historia que empezó a escribirse luego de un punto de inflexión que marcó su adolescencia para siempre.

Como todo niño vigoroso que tiene el anhelo de pasar gran parte del día junto con sus amigos, Nico dosificaba sus esfuerzos para practicar las dos actividades que en ese entonces lo entretenían hasta altas horas de la noche. “Me inicié en el básquet a los siete años en el Club Deportivo Morón. En ese entonces jugaba mucho al fútbol con mis amigos, pero quería hacer otro deporte. Y además estaba motivado por la película Space Jam. Arranqué ahí y no paré más”, relata con la serenidad que exhibe cuando desenvaina su talento a contrarreloj. Y no titubea al revelar el motivo por el que tomó la decisión de quedarse con el balón rugoso y no con el de los gajos: “Durante mucho tiempo, mis hermanos y yo jugábamos a las nueve de la mañana al básquet y a la una de la tarde al fútbol. Corría de un lado para el otro. Eso fue gracias a mis viejos, que me acompañaron siempre a todos lados. En un momento tenía que elegir uno de los dos y como había jugado en una selección de Capital Federal (de Pre-Infantiles), pensé que iba a ser más fácil el básquet. Por suerte la decisión fue buena”. ¡Y vaya que lo fue!

El affaire entre el Nene que creció de golpe y Lanús se originó hace poco más de cinco primaveras. En aquellos días, claro, la realidad era completamente distinta: por un lado, el conjunto dirigido en ese entonces por Álvaro Castiñeira buscaba por cielo, por mar y por tierra el huidizo ascenso a la Liga Nacional; mientras que Nico daba sus primeros pasos bajo el amparo del manto granate. Hoy, con más de 200 partidos disputados en su haber y cuatro temporadas en la elite del baloncesto argentino, Laprovíttola aún recuerda con afectuosidad su arraigo a esta parte del Sur del Gran Buenos Aires. “Tenía 17 años y no había jugado nunca en otro club. Lanús estaba en el TNA y había armado un equipo a las apuradas. Álvaro me conocía de la selección de Capital y me dijo que quería que viniera. Por suerte ascendimos ese mismo año”, detalla el base de 1.87 metros. Apartado de una postura arrogante o presumida, reconoce que su manera de moverse en la cancha y de ver el juego ha sufrido una elocuente metamorfosis: “Al principio era un juvenil que intentaba hacer la suya. No me importaba mucho lo de los demás porque quería hacerme un nombre dentro de la Liga. Ahora pienso en ganar y en hacer que mis compañeros jueguen bien”.

- A diferencia de temporadas anteriores en las que compartiste el puesto con bases experimentados como Victoriano, hoy sos el conductor del equipo. ¿Es difícil liderar una plantilla que tiene jugadores como Battle y Mc Farlan?

- Es distinto… Al principio jugaba menos minutos y tenía que hacer muchas cosas en poco tiempo. Y tenía un compañero con mucho nombre adelante (por Lucas Victoriano). Mi intención era pelear siempre contra eso, pero ahora el rol es distinto: conducir al equipo y liderarlo. Antes era cambiar el ritmo del partido o aportar intensidad. Ahora tengo que ser más pausado e intentar que ellos estén ordenados y jueguen bien.

- ¿Es una presión o una motivación?

- La presión es distinta porque ahora soy un jugador con mucha más preponderancia dentro del equipo y tengo más responsabilidades. Pero lo tomo con calma y con tranquilidad. Siempre me tomé todo de esa manera, sin hacerme mala sangre, pero haciendo lo posible para que mejorasen mis compañeros.

- ¿Sos conciente de que estuviste muy cerca de representar a Lanús en los Juegos Olímpicos?

- Sí, y a los pocos días de haberme quedado afuera me di cuenta de que logré un paso muy importante en mi carrera, ya que llegué a un lugar que no había pensado. Y creo que eso el club lo sintió y me lo hizo sentir demasiado. La verdad es que a esta institución le tengo que agradecer un montón de cosas porque me ayudó a crecer como jugador y como persona.

- Hoy compiten para ganar la Liga, pero hasta hace un par de años el objetivo era asentarse en ella. ¿Se siente mucho ese cambio de pretensión?

- Por supuesto. Yo viví desde el TNA cómo fue creciendo el club, no sólo en lo deportivo sino en la infraestructura, ya que se mejoraron los vestuarios, la parte de prensa, los aros. Creció de a poco en lo basquetbolístico y en lo institucional. También se nota en los refuerzos… Es muy importante que hayan venido figuras como Battle y Mc Farlan, extranjeros que dentro de la Liga son muy conocidos y que marcan una diferencia. Prato también volvió de Europa después de muchos años. Es fundamental porque el básquet en el club cumple un rol importante ya que tiene historia y presente.

Por sus constantes actuaciones sobresalientes y sus cualidades eminentes ha sido catalogado como uno de los jugadores más talentosos de la Liga Nacional, a tal punto que fue tentado en más de una oportunidad para incorporarse a otros elencos de mayor prestigio. De hecho, siempre que se abre el libro de pases los simpatizantes granates sufren ante la idea de imaginar su figura esbelta resplandeciendo con otra divisa. “Tuve varias ofertas, pero sentía lo que el club me necesitaba y lo que quería de mí. Además me ofrecía lo que yo precisaba, que era conducir y liderar un equipo”, admite sin eufemismos el habilidoso armador de juego. Es entendible que una de las metas primordiales de su carrera sea emigrar en algún momento a una liga más importante, aunque también se deduce que aguarda con ansias un hito que le permita marcharse con la frente en alto: “El proyecto de Silvio (Santander) es muy importante y terminarlo con una buena temporada, ya sea con una clasificación a semifinales o a un torneo internacional, sería muy lindo porque haría que Lanús creciera un poco más. Sería ideal coronar a este club, que es como mi segunda casa, ya que acá me hicieron sentir de la mejor manera desde el día que llegué. Por eso se merece que yo también le dé todo”.

Tarde o temprano, Nicolás Laprovíttola llevará de la mano a Lanús a toparse con esos mismos laureles que ha degustado en otras épocas de bonanza y que últimamente le han resultado esquivos. Es como si su destino estuviera escrito sobre un lienzo que aguarda el momento justo para ser cristalizado en la realidad. Sólo es cuestión de esperar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario