miércoles, 26 de diciembre de 2012

“No confundan austeridad con bajar la calidad”

Alejandro Marón, flamante presidente de Lanús, sostiene que el mayor desafío en estos tres años será mantener la solidez sin perder de vista la competitividad.

Yo, presidente. Alejandro Marón conducirá al club durante los próximos tres años.

Su nombre está escrito en una de las páginas más importantes de la historia del club por haber sido el presidente cuando Lanús obtuvo su primer y único título a nivel local, el torneo Apertura 2007. Pudo conformarse con eso. No menor, por cierto. Pero no: fiel a su estirpe entusiasta, tomó las riendas de la institución por tercera vez en nueve años. Y al igual que en su primera experiencia como mandamás de la entidad del Sur del Gran Buenos Aires, en 2003, Marón tendrá por delante el reto de conducir al Granate en tiempos complicados con relación a la economía argentina. Por eso se entiende que en sus últimos discursos se haya escuchado en más de una oportunidad la ambivalente palabra “austeridad”. Tal expresión despierta cierta intranquilidad en algunos simpatizantes que, erróneamente, la relacionan con la aminoración de la calidad del plantel profesional de Guillermo Barros Schelotto o con el debilitamiento financiero de la institución.

- ¿Qué sensación te genera volver a ser presidente?

- Tengo una alegría muy grande y mucha emoción por estar nuevamente en esta tarea, mezclado con lo que significa la gran responsabilidad de ocupar este cargo, que ya sabemos de qué se trata. Se conjugan esas sensaciones. Además estoy muy feliz por toda la gente que se ha sumado. El recambio de autoridades fue muy ordenado y consensuado. Eso le permitió a las dos gestiones trabajar casi en conjunto en una etapa previa a esta asunción. Que  vivamos esta situación me satisface.

- ¿Es una virtud tener experiencia por haber ocupado esta función en otras oportunidades?

- Sí, es una pequeña ventaja, pero no todas las etapas son iguales. Les ha sucedido a otros ex presidentes que ejercieron en otro momento. Lo que trato de decir es que la realidad que le toca a cada uno le marca un poco el terreno que tiene para desenvolverse.

- ¿En qué situación lo encontraste al club?

- La institución atraviesa un crecimiento muy fuerte e intenso. Por ahí nos tocan tres años en los que hay que aplicar un marco de mayor austeridad y tener ese desafío por delante de trajinar para no perder de vista objetivos ambiciosos. Estamos confiados en que hay muy buenos equipos de trabajo para que la tarea sea menos pesada para todos. Para ser competitivos hay que ser sólidos, pero no hay que confundir austeridad con bajar la calidad de algo. Prometemos trabajo y mucha pasión para cumplir acabadamente con todo aquello que es mandato de los socios para continuar por la senda del crecimiento.

- Ahora Lanús no sólo proyecta jugadores de sus Inferiores sino que también promueve dirigentes…

- Siempre se ha dado esa situación de que también los dirigentes jóvenes hacen un tipo de trabajo de Inferiores como los futbolistas. Nos ocurrió a todos, a mí también. Yo fui presidente recién en el 2003, pero había empezado a colaborar en la institución en el 94. En esos años aprendí lo que significaba ser dirigente. Ahora hay doce directivos nuevos en la Comisión, pero son personas que vienen colaborando en otras áreas desde hace tiempo. Eso es producto de la labor que se realiza en las distintas subcomisiones.  

-  No hay dudas de que la unidad política le hizo bien a Lanús.

- Es algo que destaco muy especialmente. Agradezco todo lo que se hizo en la previa para llegar a esta conformación que ahora exhibimos orgullosamente, que es la unificación política. Creo que en todo grupo humano puede haber diferencias. Y de hecho las hay en cualquier ámbito. Acá también hubo. Lo que yo destaco enfáticamente es que al momento de decidir las cuestiones fundamentales se pensó en primer lugar en el club. Eso es algo para resaltar porque es una acción de madurez, que demuestra con hechos algo que dijimos muchas veces en los discursos. El interés de la institución está por encima de cualquier interés personal.

domingo, 23 de diciembre de 2012

La ciudad está de fiesta

Lanús estrenó los nuevos palcos de la Fortaleza con un mega evento musical. Además, el equipo de Guillermo enfrentó a la Selección Sub 20 y Nicolás Russo le puso punto final a su mandato en el club.

De Lanús hacia todo el mundo. El evento fue transmitido en vivo y en directo por TyC Sports.

La República Granate tiene un motivo más para sonreír al momento de levantar las copas en el brindis estival. Es que luego de casi tres años de intenso sacrificio (físico, mental y, sobre todo, económico), se inauguraron los pisos tres y cuatro de la platea oficial del Estadio Ciudad de Lanús; Néstor Díaz Pérez. Sí, una parte considerable de esta mega construcción de más de 6.000 metros cuadrados, que se finalizará en su totalidad en el transcurso del 2013. La despedida de la Comisión Directiva que condujo al club en los últimos tres años, encabezada por el Presidente Nicolás Russo, fue la excusa perfecta para estrenar los nuevos palcos con una fiesta musical y deportiva que perdurará por mucho tiempo en la retina de aquellos que la presenciaron in situ.

Miles de simpatizantes, alrededor de 10.000, se acercaron desde temprano a la Fortaleza para hallar una ubicación que les permitiera disfrutar de un evento que contó con la participación de artistas de primer nivel, como Los Auténticos Decadentes, Marcela Morelo y Gustavo Cordera. El plato fuerte lo sirvió el plantel profesional de los mellizos Guillermo y Gustavo Barros Schelotto, que recibió la visita del Seleccionado Nacional Sub 20 de Marcelo Trobbiani, en un duelo que tuvo muchos condimentos y poco de amistoso. La velada fue conducida por Diego Díaz, ex futbolista y actual conductor de televisión, y Jesica Cirio, modelo y reconocida hincha de Lanús. Y fue transmitida en vivo y en directo para todo el país por TyC Sports, para que todos los habitantes del suelo argentino fueran testigos del crecimiento a pasos agigantados de una institución modelo.

Nadie se quiso perder la histórica celebración, ni siquiera el Capitán Menganno, el superhéroe de la ciudad, que se paseó de aquí para allá con su llamativo traje luminoso. Estuvo Sebastián Blanco. Y hasta Carlos Bilardo, quien accedió amablemente a sacarse fotos con los curiosos de la platea central. Luego de los elogios de rutina de la dupla conductora, fue Nicola Russo quien subió al imponente escenario, ubicado en el corazón de la platea Esquiú, para ponerle palabras al final de su carrera como directivo. "A partir de ahora voy a ir a la tribuna como un hincha más. Quiero agradecerles a todos los que me acompañaron hasta mi último día de gestión", manifestó, emocionadísimo, el ex presidente. Y mientras recibía el reconocimiento de la gente, agregó: “Ahora me voy, pero estaré siempre a disposición de ustedes”.

Los Auténticos Decadentes fueron los encargados de musicalizar la primera parte de la fiesta. De la mano de su líder Cucho Parisi y de Jorge Serrano, esta banda espejo de las hinchadas del fútbol argentino deleitó a los espectadores con sus clásicos temas La Guitarra, Los Piratas, Vení Raquel y El Murguero, mejor conocido como Tu-Tá-Tu-Tá. Mientras interpretaban su tradicional estilo ska, fueron inaugurados oficialmente los 50 palcos con un resplandeciente show de fuegos artificiales. Estos palcos representan 1.700 metros cuadrados de la obra completa y tienen capacidad para 408 personas en confortables ambientes para seis, ocho y 16 concurrentes. Además, cada uno cuenta con una heladera frigobar, un LCD de 32 pulgadas, servicio de Wi-Fi, estacionamiento y servicio de catering. Como estaba previsto, fueron bautizados con el nombre de Julio Humberto Grondona, en homenaje al actual mandamás de la Asociación del Fútbol Argentino.

Inmediatamente después llegó el partido esperado por todos. Lanús recibió la visita de la Selección Sub 20, que se prepara para afrontar el Torneo Sudamericano clasificatorio para el Mundial de Turquía del año venidero. Se jugaron dos tiempos de 30 minutos. En la primera mitad, Guillermo Barros Schelotto puso lo mejor que tenía a su disposición: salvo Silvio Romero y Oswaldo Vizcarrondo, quien se recupera de la operación en su tabique nasal, jugaron los habituales titulares. Es decir, Agustín Marchesín; Carlos Araujo, Paolo Goltz, Carlos Izquierdoz, Maxi Velázquez; Guido Pizarro, Matías Fritzler, Víctor Ayala, Mauricio Pereyra; Diego Valeri y Mario Regueiro. El árbitro del encuentro fue Federico Beligoy. Por su parte, Trobbiani puso en cancha a Mehring; Meraglia, Onraita, Gianetti, Lucas Rodríguez; Lucas Romero, Kranevitter, Lanzini, Centurión; Vietto y Melano. Más allá de que el enfrenamiento sólo servirá para contarlo como una futura anécdota, el conjunto del Melli no convirtió goles y casi no generó peligro, como en sus últimas presentaciones en el Torneo Inicial. Lo más entretenido fueron los cruces entre el Pipi Araujo y la joyita de Racing, Centurión.

Al término de la etapa preliminar, Marcela Morelo se mostró envuelta por el manto granate y animó la cálida noche con su pop pegadizo. Para la segunda parte, ambos entrenadores les dieron descanso a sus jugadores y cambiaron los equipos. Por su lado, GBS probó con un mix de suplentes y de juveniles. Los elegidos fueron Esteban Andrada; César Borda, Marcelo Herrera, Federico Rasmussen, Luciano Balbi; Oscar Benítez, Diego González, Nicolás Pasquini, Lucas Vera Piris; Leandro Díaz y Gonzalo Castillejos. Junior Benítez ratificó su buen momento al convertir el único gol de la gala, con una linda definición de zurda tras una pared armada a un toque con Vera Piris, otro de los baluartes de la cantera. Los minutos se consumieron rápidamente y la Copa Bingo Lanús fue entregada por Nicolás Russo al Pulpo González, capitán de la formación alternativa.

La fiesta terminó de la mejor manera: con un estruendoso show de fuegos artificiales y la participación estelar de otro artista de estirpe bien granate: Gustavo Cordera, con su Caravana Mágica. El Pelado entonó su famoso Baile de La Gambeta y cerró a todo ritmo, con La Bomba Loca. Fue una celebración acorde al presente deportivo e institucional de un club que no para de crecer. Faltó la frutilla del postre, claro, que hubiera sido la consagración en el último campeonato. Pero igualmente sobran las razones para sonreír pícaramente en Nochebuena y Año de Nuevo. Y para dejar caer esa lágrima de satisfacción. Si al fin y al cabo, a este gigante de cemento, a esta Fortaleza que ilumina desde hace mucho tiempo al Sur del Gran Buenos Aires con luz propia, la hemos construido entre todos.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Marcos Astina, el ocho que debería llevar la nueve

Con la boca llena de gol. Astina ya fusiló al arquero y grita el primero de Lanús. 

No lleva la cinta de capitán en su brazo derecho, pero es uno de los referentes de su categoría y una de las voces más escuchadas en los momentos de zozobra. No luce la camiseta con el número nueve en su espalda, pero convierte goles a rolete. Así, con sólo 17 años, Marcos Astina se afianzó como uno de los baluartes de las Inferiores de Lanús. El nivel superlativo que alcanzó con el correr de los partidos llamó la atención de todos: la de los dirigentes, que rápidamente le hicieron contrato para asegurarse la continuidad de esta joyita; y también la de Miguel Ángel Lemme, el director técnico del Preseleccionado Argentino Sub 17.

“Hicimos una gran campaña porque tenemos un buen grupo, que es muy unido y que soñó en todo momento con salir campeón. Tuvimos todo: garra, juego, presión… por eso les hemos ganado a casi todos”, cuenta Astina con un léxico claro que no condice con la fecha de nacimiento que está escrita en su documento. Y advierte que ni siquiera la victoria que se les escapó inexplicablemente en la anteúltima fecha ante Tigre logró debilitarlos: “Era muy importante para nosotros porque jugábamos de local, pero por suerte no bajamos los brazos y seguimos para adelante”.

Desde su arribo al club, en 2004, Marcos se diferenció del resto de sus compañeros por su facilidad para dribblear con el balón y por su explosivo pique corto. Y a pesar de su asiduidad para pisar el área adversaria, su faceta goleadora se vislumbró recién este año, de la mano de Hernán Meske. De hecho, fue él quien rompió la monotonía en el duelo decisivo contra Racing. “Tengo que reconocer que en lo personal tuve una gran temporada, ya que pude ayudar al equipo y aportarle lo mío”, asegura el ocho granate con cierta timidez, autor de 18 goles a lo largo de 28 partidos. Sí, una cifra tan espeluznante como esperanzadora.

Este anhelado título podría ser considerado un premio consuelo para estos mismos jugadores que hace dos años, cuando estaban en la Novena y eran dirigidos por Ricardo Carrizo, perdieron por penales en la última instancia frente a Chacarita. Pero no: al igual que el resto de sus compinches, Astina se sitúa en las antípodas de ese silogismo. “No me lo tomo como una revancha porque para mí el fútbol no te las da. Esa final no la vamos a volver a jugar nunca más”, explica el volante. Y agrega: “Es un recuerdo lindo para el club y para mis compañeros. Tal vez no todos lleguen a Primera, pero siempre van a rememorar este campeonato”. Palabra de crack.

viernes, 21 de diciembre de 2012

La Séptima maravilla

Lanús se consagró campeón de la Séptima División tras imponerse en la última fecha ante Racing. El equipo dirigido por Hernán Meske se llevó merecidamente el título y entró en la historia del club.

¡Dale campeón! La Séptima de Meske y el Kily Peralta festeja el título de Inferiores.

Dicen que el fútbol no da revancha y que los momentos que fueron de una manera ya no serán de otra. Ellos sienten lo mismo, pero no niegan que se sacaron de encima una mochila con un peso inconmensurable, una presión que los hostigaba día y noche. La Séptima de Lanús, esa misma que hace dos años había perdido por penales en la última batalla ante Chacarita, escribió con pluma de tinta eterna una de las páginas más gloriosas de la historia del club. De la mano de Hernán Meske y del Kily Adrián Peralta, el Granate se consagró campeón de su categoría al derrotar en la última fecha de la Copa Campeonato de AFA a Racing, en Avellaneda. Fue por 2 a 0, con goles convertidos por Marcos Astina y por Joel Martínez.

El sol pegaba fuerte y amenazaba con achicharrar la piel en esa mañana que será irrepetible en el predio Tita Mattiussi. Al cronómetro del árbitro todavía le quedaba cuerda cuando las agujas del reloj marcaban las 10.30, pero el partido se había terminado hace rato. Es que luego de un primer tiempo para el olvido, los chicos dejaron de lado sus nervios y en la segunda parte se dedicaron a hacer lo que mejor saben: jugar cortito y a dos toques, sin revolear la pelota, buscando siempre al compañero más cercano. Se sacaron la presión. Y los frutos no tardaron en florecer: al golazo de Astina, de sobrepique, lo precedió una sublime trepada por izquierda de Joaquín Ibáñez. Y el posterior desahogo de Teo Martínez fue la frutilla de un postre que se sirvió mucho antes de que finalizara el almuerzo.

El inoportuno y fastidioso sonido del silbatazo que marcó el final del encuentro nunca fue tan agradable. Fue como uno de esos cantos que llenan el alma. El alambrado perimetral que separaba el vestuario del campo de juego no fue un impedimento para aquellos que encontraron en esta consagración un alivio para el incansable trabajo que llevan a cabo cada día. Ahí estaba el Presidente de la institución, Nicolás Russo, abrazado a un Fabián Soubeste que seguramente habrá recurrido a su santo y seña mufador de los ataques rivales. También estaban Beto Lizarraga, Tito y Java, dirigentes del Departamento de Fútbol Amateur. Los tres festejaban al borde del llanto. Y no es para menos. Si al fin y al cabo celebraban el esfuerzo de sus hijos adoptivos. Otros hicieron el sacrificio y se quedaron en el polideportivo, a la espera da la buena nueva. Los familiares también pusieron lo suyo, claro.

Sobre el verde césped, ese mismo que se tiñó durante varios minutos de color granate, Pablo Fernández fue vencido por primera vez en toda la mañana y cayó voluntariamente  de espaldas. El arquerito contuvo todo lo que le tiraron y terminó fusilado. Un poco más adelante, los cuatro gladiadores de la última línea se unieron en un estrujón interminable. Hubo lágrimas en los ojos de Axel Ochoa. El llanto se repitió en la mayoría de los rostros transpirados. A algunos, como Matías Billordo y Franco Acevedo, la ficha les tardó en caer. Ulises Arias, uno de esos diez tradicionales que destilan calidad, se abrazó con su incondicional Marcos Astina, otro de los promisorios baluartes de esta categoría. Y el Pata Ibáñez fue uno de los primeros en entonar el grito sagrado: “¡Dale campeón, carajo!”. Sus camaradas, encabezados por Matías Taborda, lo siguieron como si tuviera la varita de la orquesta. La vuelta olímpica llegó por generación espontánea. También el merecido aplauso. Hubo ronda en el círculo central y una meritoria ovación para Meske, un entrenador que supo cómo limar las asperezas y traer armonía en un grupo que no siempre estuvo tan unido como ahora.

La algarabía no terminó ahí. Los cánticos de cancha se multiplicaron en el vestuario visitante. No faltó nadie. Estuvieron ellos, los campeones. Y los que los acompañaron en cada traspié. Recibieron el saludo de Nicola, y éste les dejó un mensaje que recordarán por siempre: “Los felicito… Estoy seguro que esta categoría 96 será la base de un futuro Lanús campeón”. Algunos asimilaron rápidamente sus palabras y fruncieron el ceño… Saben que hay una enorme expectativa puesta sobre ellos y que ahora todos hablarán de esta epopeya. Son concientes de que la brecha que los distancia del plantel profesional de Primera es cada vez más pequeña. Y que ésta ha sido sólo una de las tantas pruebas que rendirán antes de pegar el salto al fútbol grande. Pero para eso falta mucho. Ahora es tiempo de seguir con los festejos. Y de disfrutar a estos chicos maravillosos, esos que caminan como gigantes a pesar de que sus documentos denuncian que todavía son unos pibes. Unos pibes con una gran historia para contar.