Ismael se va,
pero el debate sigue abierto. ¿Fue uno más en la historia futbolística de
Lanús, o sus goles importantes quedarán en la memoria del hincha? Repasá los
números del Zungui en el Granate y sumá tu opinión.
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El registro. En su paso por Lanús, el 9 convirtió once goles en 57 partidos. Y ganó un título. |
Lucas
y Pablo son granates desde antes de nacer. Saben de fútbol, pero a veces la
pasión por los colores los aleja de la objetividad… Ambos están unidos por el
amor incondicional a Lanús, pero hay algo que los separa en veredas bien
opuestas. O, mejor dicho, alguien. Y ese es Ismael Blanco,
quien no será parte del plantel de Guillermo Barros Schelotto a partir del 30
junio, cuando finalizará su contrato. Con errores y aciertos, el delantero
entrerriano dejó su huella en el Sur. Partirá con un botín
embarrado y con el otro enmarcado en una baldosa de cemento, símil Paseo de la Fama de Hollywood.
Para
Lucas, Blanco fue un futbolista más en la historia del club; un ‘9’
con serias dificultades para definir y que transmitía poco dentro de la cancha.
Para Pablo, el Zungui fue el hombre de los goles importantes, como
a Ponte Preta y a Santos Laguna. El problema es que la gente no le
tuvo paciencia. A su manera, Lucas y Pablo son líderes de dos bandos
antagónicos: por un lado, los que esperaban que el punta pifiara en una jugada
para reprochárselo; y, por su parte, los que aguardaban un tanto suyo para
colgarse la medalla con orgullo. Así, fue un año y medio de
sentimientos enfrentados. Y de mucha discusión. Excesiva, por cierto.
El
paso de Ismael por Lanús se puede evaluar desde lo cualitativo y lo
cuantitativo. Es decir, desde su rendimiento y desde la estadística. Con
relación a esto último, Blanco lució la camiseta granate en 57 partidos
y convirtió once goles: fueron nueve tantos en 42 encuentros por torneos
locales, ninguno en un duelo de Copa Argentina y dos goles en 14 compromisos
internacionales. Con respecto al rendimiento, esos últimos dos gritos
mencionados quedaron en la retina de todos los hinchas, sobre todo en la de sus
principales defensores. Uno fue en la vuelta de la final de la Sudamericana contra
Ponte Preta. El otro, en la clasificación a los cuartos de final de la Libertadores frente a
Santos, en Torreón. Dos festejos, dos resultados históricos.
Lo
concreto es que el nivel de Blanco fue de mayor a menor, con una curva
descendente muy marcada. Llegó para ser titular y acompañar a Silvio Romero
en la delantera. En su primer Torneo Final, cerró una campaña discreta con
cinco goles (Colón, Arsenal, River -2- y San Lorenzo). En la segunda parte de
2013, no tuvo un buen campeonato local: perdió el puesto con Santiago Silva y
marcó sólo tres tantos (Olimpo, Rosario Central y Tigre). Mientras que en la Copa Sudamericana
anotó uno de los más importantes. En lo que concierne a este semestre, festejó
en dos oportunidades: en el debut del Final contra Belgrano y en México, por la Copa. Como se ve, su
productividad decayó notablemente.
Así
de curioso fue su paso por el Granate: un jugador capaz de errar un gol hecho a
dos metros del arco pero, en el mismo partido, apto para acallar las críticas
con una definición de emboquillada por encima del arquero. Lo bueno para Lucas
y para Pablo, como para los miles de hinchas que inconscientemente integraron
cada ‘facción’, es que Blanco pasará a ser un recuerdo. Dulce para
muchos y agrio para otros tantos. Con sus gritos importantes y sus
yerros insólitos. Con la pena y la gloria. Con el oro y el barro. A buscar
otro blanco para las críticas y los halagos.
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