Hay que hacer el duelo ya,
lo antes posible, aunque no sea tan sencillo. Así es la vida, ¿o no? Las
etapas se cumplen y las páginas se tienen que dar vuelta a tiempo para
no estancarse en un mismo lugar. Lo concreto es que el 4-3-3, ese esquema que
tantas satisfacciones le dio a Lanús desde la llegada de los Barros Schelotto, murió.
Se venció. No sirve. Está obsoleto. Le guste a quien le guste. O no.
Cabizbajo. Así anda Lanús. |
Permanecerá para siempre en
el recuerdo por esas alegrías repetidas que les trajo a los Granates, incluida
la Copa Sudamericana 2013. Fue un sello en la era de los mellizos,
pero la actualidad denota que es el momento de cambiar, ya que dejó de ser lo que fue. El 4-3-3 ni siquiera agoniza: su espíritu deambula desde hace rato
por los rincones de una Fortaleza que hasta hace poco vibraba al rimo
de su estilo vertiginoso, pero que hoy es testigo de reproches que
rebotan contra el cemento.
A cambiar esto entonces,
Guillermo. Hay piezas para ensamblar y armar algo mejor, más vistoso; que sea
fuerte abajo, equilibrado en el medio y picante arriba. Pero a no
encapricharse, ya que sabemos en qué destino culmina la obstinación. En la
lona. Todavía se está a tiempo. Por respeto a lo que fue y a todo lo que le dio
a Lanús, entiérrenlo de una vez por todas y hagan el duelo pronto.
¿O acaso no lo ven? ¡El 4-3-3 se murió! Que en paz descanse. La primera corona
de flores la pago yo. Y a otra cosa.
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