Héctor
Enrique fue un invitado de lujo a la fiesta del Centenario Granate y aprovechó
la ocasión para recordar con cariño su paso por el club. “Lo mejor que me sucedió en
mi carrera es haber jugado desde chico acá. El Mundial con la Selección fue muy lindo,
pero lo de Lanús es inolvidable”, explicó.
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Ídolo. El Negro salió de las Inferiores del club y defendió los colores en cuatro categorías distintas. |
Su
nombre está grabado en la historia del fútbol argentino, ya que fue campeón con
la Selección
en el recordado Mundial de México ‘86. De hecho se jacta -entre risas, claro-
de haber asistido a Diego Armando Maradona para que éste plasmara su obra
maestra frente a Inglaterra. “Con el pase que le di, si no hacía ese
gol era para matarlo”, asegura. Ya con la camiseta de River, ganó la Copa Libertadores
y la Intercontinental
de 1986. Y al año siguiente logró la Copa Interamericana ,
también con el cuadro de Núñez. Héctor Adolfo Enrique, de él se
trata, podría pararse en el estrado y decir sin vergüenza: “Yo sí que
gané todo, yo sí que toqué el cielo con las manos”.
Pero
eso no sucederá, porque el Negro nunca perdió la humildad con la que se crió en
el Sur del Gran Buenos Aires. A pesar de que él conquistó títulos que
muchos sueñan y que pocos concretan, su pecho se infla cuando recuerda su paso
por su segunda casa. “Siempre me preguntan qué fue lo
importante en mi carrera, y yo respondo que haber jugado desde chico acá. Me
dicen ‘estás loco, fuiste campeón del mundo con la Selección ’. Y sí, todo
eso fue algo muy lindo, pero lo de Lanús, sobre todo en las Inferiores, es
inolvidable para mí”, reconoció Enrique luego de la fiesta del Centenario
Granate.
El
Negro aprovechó su presencia en el Estadio de los Sueños para asegurar que el
vínculo que lo liga a la institución sigue estrecho. “Tengo unos recuerdos
buenísimos, me vine a probar hace 40 años y fue muy lindo. Agradezco la
invitación porque soy parte. Soy el único surgido de la cantera que
obtuvo un Mundial con Argentina…”, señaló orgulloso. Y se explayó: “Además
soy hincha y lo quiero muchísimo. Lo sigo siempre más allá de que no vengo a la
cancha y escucho lo que pasa con el Grana. Después de aquel ascenso en el que
tuve la suerte de estar, hizo campañas buenísimas. Hoy es un ejemplo”.
Fue
uno de los grandes valores que surgió de las juveniles granates: un volante
completo, con gran despliegue, una notable personalidad y un buen manejo de la
pelota. Apodado el Negro Pelé, era tanta la diferencia que marcaba de
chico que una multitud colmaba las pequeñas tribunas de las canchas auxiliares
para verlo jugar. “Hay que reconocer a los dirigentes y a un cuerpo técnico
muy capaz que, de la mano de Guerra, le dio importancia al pibe de las
Inferiores. Se formó un gran equipo y el único que no era del club era José
Felipe Perassi”, rememoró el ex mediocampista de 50 años.
Debutó
en Primera en 1980 de la mano de Juan Manuel Guerra, y lo hizo con un gol ante
Tristán Suárez en Ezeiza. Fue clave en el ascenso de 1981 (35
presencias, nueve tantos) y la figura del equipo en el torneo de la Primera B de 1982 (22-8).
Luego se fue a River. Regresó al Sur a mediados de 1991 para jugar el Nacional
B con Miguel Russo y lograr el último ascenso a la máxima categoría. De los 42
partidos del torneo disputó 39, lo echaron dos veces y convirtió tres goles.
Según escribió Néstor Bova, autor del libro 96 años de Fútbol Granate, “Enrique
es -junto con Rubén Darío Gómez- el único que defendió los colores en cuatro
categorías distintas: Primera, Primera B, Nacional B y Primera C”. Una marca
humilde, pero que llena de orgullo a un tipo humilde.
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