Todavía quedan algunos
minutos, pocos, pero hay algo de resto. Sin embargo, parece que el
asunto ya está cocinado desde hace un rato largo. Lanús pierde y va como
puede en el tiempo de descuento para tratar de salvar la ropa. Lo hace por
inercia, motivado por su orgullo. Adentro se busca por todos los
medios, pero no se encuentra nada. Afuera Guillermo pega un grito para
despertar a sus muchachos. Mueve las piezas de lugar. Saca una y pone otra.
Aunque no hay reacción. Quizá se alcance el tanto del honor, pero no mucho más
que eso. Ya es tarde. Muy tarde, amor.
La historia, por lo que se
aprecia, está juzgada. Tristemente sentenciada. El Granate va camino a una
derrota en un partido que empezó perdiendo con un gol en contra desde
el vestuario. ¿Cuándo? En el último mercado de pases. Fue ahí cuando metió
la pelota en su propio arco. Se regaló. Bajó el martillo y decidió que ésta
sería su suerte. Vendió las joyas que quedaban en su estantería por muy buena
plata y las reemplazó con bijouterie enchapada (y no tan barata). En algún
pasaje del encuentro sorprendió con sus espejitos de colores, ilusionó a los
suyos, pero no todo lo que brilla es oro. Claro que no.
Sigue en caída libre. El Granate volvió a perder, esta vez frente a Racing, y no levanta cabeza. |
La suerte no coopera, es
cierto, porque el tema de las lesiones es algo digno de una película de terror.
Sin embargo, a ella hay que acompañarla con buenas decisiones. Y la
conformación del plantel para este año, el del Centenario, fue un error
compartido: entre los que deciden y el cuerpo técnico de los Barros Schelotto.
Son igual de responsables. Es que más allá de los lesionados y de los que
emigraron, nunca dio la sensación de que se haya armado un equipo para
ir a recuperar alguna de las estrellas que se escaparon increíblemente en el
2014. Nunca.
Los resultados están a la
vista. Como se escribió más arriba, el final de esta novela está escrito. Se
empezó a escribir con ese mercado de pases indigno de un equipo con
pretensiones de salir campeón. Le duela a quien le duela. No parece
que esto se pueda revertir al menos hasta el próximo receso, cuando se recupere
el flaco Leto, al que habrá que rodear con refuerzos de jerarquía. Mientras se
consume el tiempo de descuento, será cuestión de poner el pecho y de acompañar
incondicionalmente. Por el momento, Lanús ya perdió. Y lo hizo con
un gol en contra.
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