domingo, 27 de mayo de 2012

Basta de violencia

Evidencia. La mancha de sangre, en la esquina donde se enfrentaron los barras de Lanús.
Es una frase que se repite mucho en el fútbol de hoy, sobre todo en el argentino. Desde los hinchas hasta los dirigentes, pasando por los políticos, aseguran que la intención es erradicar la violencia de los espectáculos deportivos. Sin embargo, los mismos que izan esa bandera de la paz hacen poco para que flamee al son de la sinceridad. Claro está que esta es una situación que va más allá del hincha común, ese que paga su entrada para ver a su equipo y que lo sigue incondicionalmente. Es una cuestión de dirigentes. Y de políticos; no de todos, pero sí de la gran mayoría. Y de organismos de seguridad. No es negligencia, es negocio. Es conveniencia. Es… lamentable. Muy lamentable.

Es cierto: el que se llevó la peor parte del enfrentamiento entre las dos facciones de la barra brava de Lanús (Villa Sapito vs. Monte Chingolo – El Ceibo) fue uno de ellos, del bando de los violentos. Pero pudo ser cualquiera, porque la cobarde balacera que lanzaron esos anormales desde ese maldito auto no tuvo un destinatario claro. Fue tirar por tirar. Y que sea lo que sea. Hubo heridos, muchos. Inocentes, culpables. Al fin de cuentas, personas. Es lo de siempre. Es lo normal. Bah, lo normal para los tiempos que se viven hoy, ya que lo anormal sería andar por la calle con la seguridad de que se estará exento de todo peligro. Pero eso no es posible en esta sociedad.

Algún día el fútbol argentino será una verdadera fiesta. Los hinchas genuinos recuperarán el sector de la tribuna que ahora ocupan los violentos. Y ellos estarán tras las rejas. Soñar no cuesta nada, ¿no? Mientras tanto, el sueño se convierte en pesadilla. Y los que tienen que tomar las decisiones fuertes miran para otro lado. Ignoran a la gente, la misma que los eligió para que los representen. Dirigentes, políticos, organismos de seguridad… todos son culpables. Todos nosotros, los verdaderos hinchas, en algún punto somos culpables. Mientras tanto, observamos con desazón cómo otro gajo más de la redonda se ha manchado con sangre. Que sea la última vez. Por mí y por vos. Por los míos y por los tuyos.

Lo pedimos ahora. Y lo pediremos siempre: ¡Basta de violencia en el fútbol argentino!

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