Por acá no. Braghieri corta el avance de Chávez; el defensor anotó el primer gol de Lanús. |
En
un partido emotivo y de alta intensidad, Lanús
derrotó por 2 a
1 a
Banfield y se quedó por segunda vez consecutiva con el Clásico del Sur.
Diego Braghieri y Mariano Pavone pusieron rápidamente en ventaja al equipo de
Gabriel Schurrer, en tanto que Facundo Ferreyra achicó la diferencia cerca del
final del encuentro.
Cuando
los hinchas de ambas parcialidades aún se estaban acomodando en sus respectivos
lugares, Braghieri se elevó más que
todos, incluso que sus propios compañeros, para cabecear un centro perfecto de
Diego Valeri y poner en ventaja a Lanús. Fue un golpe de nocaut para el
conjunto dirigido por Eduardo Acevedo, que hasta ese momento había ejercido una
presión asfixiante sobre la salida rival.
La
jugada que enarbolaron minutos más tarde Eduardo Ledesma y Valeri se merece un
párrafo aparte; sobre todo por la excelente
definición de Mariano Pavone. Indescriptible. El Tanque ratificó su gran
presente con una hermosa vaselina
sobre la humanidad de un -sí, como en todos los clásicos- quejoso Cristian
Lucchetti. Un gol de otro partido. Calidad en estado puro.
Con
la merecida ventaja de dos goles a su merced, el Granate cambió sus planes
y le cedió (¿inconscientemente?) la iniciativa al Taladro, que pecó de
impreciso y que inquietó poco el arco defendido por un Agustín Marchesín cada
vez más afianzado. Así, con la astucia y la jerarquía de uno más los nervios y
la intranquilidad del otro, el primer
tiempo llegó a su término con la sensación de que Lanús estaba ante la
posibilidad de tomarse revancha de una goleada en contra sufrida en tiempos de
algarabía.
Pero
eso no sucedió. Los de Chucho Schurrer salieron dormidos al
complemento y lo pagaron muy caro. De hecho, Lanús tuvo que dejar de lado
los zapatitos blancos y ponerse el overol para defender con uñas y dientes -sobre
todo con dientes- los atolondrados avances de Banfield, que creció notablemente
con el ingreso de Jorge Achucarro. Para colmo, la -hasta el final del partido inexplicable- salida de Mariano Pavone
incrementó la confianza de la visita, que saturó el campo de juego con
delanteros y pasó a defenderse con una línea de tres.
De
manera incomprensible, el Granate se metió peligrosamente atrás y
le facilitó a su rival el gol del descuento: Toledo desbordó sin dificultades por la derecha y envió un centro que encontró bien parado a Ferreyra para
ajusticiar a Marchesín. Así, Banfield se
puso a tiro inmerecidamente. Y de no haber sido por la fiereza de algunos
jugadores locales, como Matías Fritzler y Paolo Goltz, el desenlace del clásico pudo haber sido otro. Pero la fiesta ya
había empezado afuera. Y se extendió por muchas horas más...
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