martes, 22 de mayo de 2012

Knockout técnico

En el ojo de la tormenta. Schurrer, más cuestionado que nunca.

En el fútbol moderno, sobre todo en el argentino, las diferencias entre un equipo y otro pueden definir un partido. Grandes, medianas, pequeñas… no importan sus tamaños; al fin y al cabo son determinantes al momento de inclinar la balanza hacia un lado o hacia el otro. No siempre es una cuestión de azar. Por ejemplo: hay diferencias entre un equipo que sabe a lo que juega y otro que deambula por la cancha; entre uno que persigue un objetivo claro y otro que tiene la intención de aferrarse a ése, desatinado él, que le permitirá justificar una campaña que, desde el vamos y más allá de cómo finalice, es pésima. Porque para alcanzar una meta se tiene que estar convencido de ella. Y ese no es el caso de este Lanús, que cada semana cambia sus objetivos de acuerdo a su conveniencia. Y así le va: sufre con rivales que son inferiores en cuanto a materia prima, pero que lo superan notoriamente porque conocen las limitaciones propias y las ajenas.

Sino pregúntenle a este Arsenal, que anoche necesitó sólo un poco de inteligencia y de efectividad para asestarle un golpe de knockout a Lanús y justificar así su mote de candidato a pelear el Clausura. Efectividad que encontró de la mano de Aguirre, Zelaya y Ortiz, y la cuota de inteligencia que aportó el colombiano Carbonero, una verdadera pesadilla para la defensa y, sobre todo, para Balbi, quien no le ganó una vez en el mano a mano. Pero no fue todo mérito del dueño de casa, ya que el equipo de Schurrer hizo lo propio. Casi todo mal, pero lo hizo. Ni siquiera tuvo la astucia para aprovechar el penal (inexistente) que Regueiro cambió por gol. Si hasta Pavone tuvo una noche que querrá olvidar rápidamente… Para mal de males, las opciones que aguardan su oportunidad en el banco de suplentes no ofrecen nada distinto; no aportan frescura, claridad ni cambio de ritmo. Al contrario: se amontonan en los últimos metros y generan más desorden. La responsabilidad no es sólo de los intérpretes, claro está; ya que en realidad hacen lo posible para plasmar la idea de un conductor cada vez más cuestionado por sus actitudes dentro y fuera de la cancha.

Lo único que amparaba hasta ahora al entrenador granate era la correcta actuación en la Copa Libertadores. Sin embargo, la frustrada eliminación con Vasco da Gama aniquiló el sueño y la cruda realidad quedó al descubierto. “Tendrá que redondear una campaña de 30 puntos para que nos sentemos a hablar sobre su renovación”, disparó la semana pasada el presidente Nicolás Russo. Lo concreto es que a Chucho se le escapó una buena posibilidad para acortar la distancia (de diez unidades) que lo separa de su próximo recibo de sueldo y que lo acerca cada vez más a la rescisión de su contrato. Y todo por esta deslucida campaña, que comenzó con la ilusión de la triple competencia y que terminará –en el mejor de los casos- con un ciclo cumplido. Es que, ya sea por knockout técnico o por puntos, Schurrer sabe que estará pronto fuera de combate.

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