Pero aún no. "Es complicado porque sueño con pasar a otra liga", reconoce el veintitrés. |
Desde
la lejana y extravagante Ucrania, Sebastián Blanco habló con el Diario del
Grana y contó cómo sobrelleva su vida en un país con costumbres no tan
similares a las argentinas.
Un día cualquiera, en algún
locutorio del barrio. El reloj marca que en la (cada vez más) calurosa Ciudad
de Lanús son las seis y media de la tarde. Conectar de una manera tan rápida
dos puntos que geográficamente se encuentran separados por más de 12 mil
kilómetros de tierra y de agua salada nunca fue tan sencillo. Y eso que las
probabilidades de equivocarse al marcar el código de área, las claves ultra
secretas y el número propiamente dicho son altísimas; por no decir que es más factible
pifiarle y volver a intentarlo. El tono de llamada avala las combinaciones y el
personaje en cuestión tarda milésimas de segundos en atender. Luego de las
reverencias cordiales y de los elogios de rutina, Sebastián Blanco (24 años) se dispone a contar los detalles habidos
y por haber de su estadía en la peculiar Ucrania, donde se encuentra desde
enero del año pasado, cuando tomó la ardua decisión de dejar su entrañable
Lanús para sumarse al Metalist y asentarse en un país por demás excéntrico.
“Acá
son las doce y media de la noche y en un rato cortan las luces de toda la
ciudad”, anticipa el talentoso volante con una naturalidad que sorprende. Y revela
otra singularidad un poco más lógica: “En
la televisión no se entiende nada de lo que dicen por el idioma, por eso sólo
miro los programas argentinos o los partidos de fútbol. Me meto mucho en una
página de Internet a la que me suscribo mensualmente”. A pesar de que no se
reconoce como un amante de la computadora, Blanquito admite que esta le sirvió
para estar conectado con sus seres queridos. “Es una compañía permanente para alguien que está tan lejos de su país.
Uso bastante el Twitter (@sebablanco23)
porque hay mucha gente que me brinda cariño y uno trata de retribuírselo”,
se sincera. Y enseguida añade: “A veces
me preguntan cómo hago para estar conectado por la diferencia horaria (son seis
horas más), pero a mí me gusta porque de esa manera estoy pendiente de lo que
sucede en mi país”.
Son
demasiados obstáculos los que tiene que sortear constantemente Seba Blanco para
que su vida cotidiana sea más llevadera. Una de esas dificultades es adaptarse
a una lengua que ni siquiera es la que predomina en el territorio que lo
alberga. “La ciudad donde vivo es Járkov,
que es la segunda más grande de Ucrania y está a 50 kilómetros de
Rusia, por lo que el idioma es prácticamente el ruso, que es diferente al
ucraniano. De cualquier manera son imposibles los dos, aunque algo hemos
aprendido”, asegura el Chucky con un dejo de resignación. Y aclara que el
clima es otro de los problemas principales de esa región: “He jugado en invierno con una temperatura de -26° y después en verano
con 40°. Un día tuve un problemita, recuerdo que fue durante un amistoso. Se
podía jugar con gorrito, pero yo no quise para ir adaptándome y terminé con las
orejas quemadas, ya que es como fuego. Estuve tres días sin salir con las
orejas al aire libre. Fue una cosa increíble”.
A
simple vista pareciera que la travesía de Blanco por la Europa oriental comprende
un sinfín de contratiempos y de preocupaciones. Pero no son todas pálidas las
situaciones que suceden en su desenvolvimiento cotidiano. “En el plantel del Metalist somos seis los argentinos (NdeR: Cristian Villagra, Marco
Torsiglieri, José Sosa, Juan Manuel Torres y Jonathan Cristaldo), y estamos
siempre en contacto y aferrados entre nosotros. Salimos a comer a algún
restaurante o nos juntamos en casa para hacer asado, aunque el de acá no se
parece en nada al de Argentina. Es sólo un pedacito de carne, je…”, ironiza
el jugador nacido en Lomas de Zamora. Y asevera que esos mitines son fundamentales
para no sentir el exilio en exceso: “Es
más que nada para pasar un rato y sentirnos un poco más acompañados. Cuando
tenemos el día libre salimos de noche, ya que hay boliches como en todos lados.
Uno de los inconvenientes es el idioma y la música, pero para distraernos un
rato viene bien. Y el otro problema es la Policía …”.
- ¿Y eso por qué?
-
Nos para siempre por la calle porque los autos de los jugadores tienen el
número de su camiseta más dos ceros en la patente. Ellos saben a quiénes parar,
y te persiguen durante la noche para ver si vas a comer o a tomar algo, pero
sólo quieren plata. Así que están todo el tiempo. En Ucrania ese tema está un
poquito peor que en Argentina.
- ¿Cómo son los entrenamientos en
Ucrania?
-
Acá se entrena de tarde por el invierno. No hay un horario fijo, ya que por ahí
un día vas a la tardecita, comés y te quedás hasta la hora de la práctica. Por
lo general empiezan a las cuatro o cinco. Se está mucho tiempo en el club
aunque no nos entrenamos tanto porque se le da demasiada importancia al
descanso.
- ¿Cómo es el juego? ¿En qué posición
te ponen?
-
Es medio raro porque se juega 4-4-1-1, pero los dos que van por afuera más el
enganche y el delantero son bajitos, rápidos y ofensivos. Por eso yo juego por
izquierda o por derecha, y a veces como un mediapunta. Varía un poco, pero la
idea es siempre la misma: jugar de manera asociada y mezclar las posiciones
para no estar tanto tiempo en una punta.
- ¿Y el Metalist cómo marcha en el
campeonato?
-
El equipo ahora está tercero, a un par de puntos del Dínamo de Kiev y del
Shakhtar Donetsk, que es el líder. Está por empezar la Copa UEFA , que es lo que
hace que uno se quede un poco más, y tenemos que enfrentar al Bayer Leverkusen.
El año pasado llegamos a cuartos de final y nos quedamos afuera por un gol
contra el Sporting de Lisboa. También hemos enfrentado al Olympiakos y al Az
Alkmaar. Es una copa muy linda porque también bajan equipos de la Champions , como en su
momento lo hicieron el Manchester City, el United y el Nápoli.
- ¿Vivís cerca del lugar de
entrenamiento?
-
En auto tardo más o menos 30 minutos porque está alejado y es afuera de la
ciudad. Es una base gigante con cinco o seis canchas, una de arena, más el
gimnasio y el hotel donde nos concentramos y estamos todo el día. Podés
quedarte toda la semana porque cada uno tiene su habitación. Cuando se entrena
el equipo cierran la calle. Nuestro estadio es hermoso y hay siempre arriba de
30 mil personas.
- ¿Las canchas de allá tienen
calefacción?
-
No todas… Y las que tienen, deben cortarla antes de que empiece el partido. Es
por eso que jugás con toda la ropa que alcances a ponerte debajo de la
camiseta, pero tiene que ser del mismo color. Uno se acostumbra a esas cositas
como, por ejemplo, jugar con hielo.
Los
minutos pasan y la advertencia que hizo Blanco en la génesis del coloquio
telefónico está a punto de hacerse realidad. Las preguntas sobre su vida
cotidiana quedan en segundo plano y en uno de los márgenes de la marchita
libreta de apuntes resplandece una palabra de corta pronunciación, pero de inconmensurable
estima: Lanús. Y, claro, un eventual
retorno en un futuro no tan lejano. “Uno
está acá temporalmente y en algún momento tendrá que volver. No pienso en la
vuelta al club porque es complicado, ya que uno tiene el sueño de hacer bien
las cosas y de pasar a otra liga. Pero el deseo de regresar está siempre. A fin
de año ya voy a tener recorrido dos años del contrato que firmé, que es por
cinco temporadas. La idea es que en junio…”, alcanza a decir Seba antes del
aviso que notifica que la comunicación ha finalizado. ¿Le habrán cortado la luz
como anticipó? ¡Si todavía falta un suspiro para la una de la madrugada! En ese
momento, una voz en el tubo explica que la tarjeta se ha quedado sin saldo.
¡Qué costoso es llamar a Ucrania! En fin… No faltarán oportunidades para los
agradecimientos y, por supuesto, para indagar qué es eso que tiene en mente realizar
en junio del 2013. ¿Volverá?
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