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Pergamino está de fiesta. Douglas Haig volvió a ganar de la mano de Reinaldo Merlo. |
El
fenómeno Mostaza Merlo comenzó a extenderse. Y está en la
etapa más dulce. Desde que el experimentado entrenador tomó las
riendas de Douglas Haig, el club de Pergamino no para de ganar. Y,
encima, con su sello tan característico: mucho orden en el fondo,
paciencia en el mediocampo y velocidad arriba. Con esa fórmula
intransigente, el fin de semana pasado le propinó una goleada a
Independiente Rivadavia de Mendoza. Y ayer, con la misma receta,
mostró sus credenciales en Isidro Casanova, donde se impuso por 3 a
1 sobre el siempre complicado Almirante Brown de Blas Giunta. En
resumen, la máquina de Reinaldo Merlo, que vivió el
partido desde el otro lado del alambrado por la suspensión que debía
cumplir, obtuvo dos victorias en dos presentaciones, marcó seis
goles y recibió sólo uno, de penal. Y su promedio empieza a notar
el cambio.
Conoce
Mostaza las virtudes y los defectos de sus jugadores. Por eso
se defiende con una línea de cinco inamovible y una dupla central
férrea, que gana de arriba en las dos áreas. Dispone mucha gente en
el medio para cortar los circuitos de juego contrarios. Y ataca
cuando lo considera necesario. Por ejemplo, en las pelotas paradas,
ya que tiene en Augusto Alvarez un buen lanzador. Así alcanzó el
primer gol: el volante envió una pelota cruzada para la llegada de
Leandro Gioda, quien la bajó de cabeza para que Carlos Quintana la
empujara al fondo del arco.
El
gol en contra despertó de su letargo al local, que mostraba su mejor
cara cuando le pelota caía en los pies de Pipi García. Pero
si el director de la orquesta no es bien acompañado, la armonía
musical será imposible de alcanzar. Por eso se entiende que la
mayoría de sus avances hayan terminado en las manos de Guillermo
Alvarez o detrás de su arco.
En
la reanudación del juego, los de Giunta salieron decididos a
llevarse por delante a Douglas Haig. Pero en su intento desesperado
por alcanzar la igualdad, se descuidaron en el fondo y sufrieron el
segundo cachetazo: Pablo Mazza se filtró entre los centrales y
definió cruzado, al palo izquierdo de Gastón Losa. Con el 2 a 0
a su favor, la visita cometió el error de meterse decididamente
atrás. Y eso le facilitó el descuento a Almirante: García, el
mejor de su equipo, cambió por gol un penal que le habían cometido
a él mismo cuando intentaba una maniobra individual.
Fue
a todo o nada el dueño de casa. Y estuvo cerca de quedarse con todo:
a falta de cinco minutos, Guillermo Alvarez se calzó al traje de
héroe y desvió al córner un mano a mano de Pablo Caballero. Era el
empate agónico para Almirante. Pero la calurosa tarde del Oeste del
Gran Buenos Aires tenía preparado otro desenlace. En el segundo
minuto adicionado, el ingresado Miguel Alba cerró la goleada con
un zurdazo potente.
Lo
gritaron sus compañeros, que se entusiasman con el milagro de la
permanencia. Ese objetivo que, de continuar por este camino, y de la
mano de Reinaldo Merlo y de su paso a paso, estarán cada vez
más cerca de concretar.
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