lunes, 8 de abril de 2013

Huracán goleó casi sin darse cuenta y aún cree

El primero. Busse aprovechó los errores de Serrano y de Monllor para adelantar a Huracán.

Pasa en el fútbol y en cualquier aspecto de la vida: cuando el estado de ánimo está por el piso, un error cualquiera -por mínimo que sea- se convierte en un golpe certero al mentón. Toda grieta se quiebra. A partir de este simple concepto se entiende la delicada situación que atraviesa Chicago y la goleada que le propinó ayer Huracán. Es que hasta que Julio Serrano perdió infantilmente esa pelota que derivó en el gol de Walter Busse, el conjunto local había hecho un partido aceptable, sobre todo en el primer tiempo. Pero a partir de ese grosero descuido del volante, la historia cambió: la ansiedad de la gente se transformó en nerviosismo y los jugadores equivocaron una y otra vez el camino.

También puso lo suyo Huracán para que el desarrollo del encuentro le fuera favorable. Juan Manuel Llop entendió que le hacía falta jerarquía y mandó a la cancha a Matías Giménez. Y éste no le falló: en la primera pelota que tocó, habilitó con un pase preciso a Busse para que marcara el primero de la tarde tras una mala salida del arquero Daniel Monllor, quien -encima- se retiró lesionado por esa misma jugada y silbado por su propia gente. El volante mostró toda su sabiduría para manejar los tiempos del partido. Sobre el final, presionó en la salida contraria, recuperó el balón y asistió a Matías Defederico para que éste convirtiera el tercer tanto, ese que cerró la goleada, y lo festejara con la pelota debajo de su camiseta, en alusión a su próxima paternidad.

Algunos minutos antes, Jerónimo Barrales había definido con un toque de primera un centro desde la izquierda de Lucas Villarruel, el buen mediocampista central del cuadro de Parque de los Patricios. Fue un premio merecido para el ex delantero de Banfield, que se cansó de ganar de arriba en las dos áreas y de pivotear de espaldas al arco rival. De esta manera, Huracán se quedó con una victoria que lo entusiasma con vistas a la recta final del campeonato de la B Nacional.

En cambio, parece que la suerte de Chicago está echada. Sus hinchas lo sufrieron y es por eso que despidieron al equipo con aplausos para los juveniles, que hacen lo posible tratando de evitar el tan temido descenso, y con mucha reprobación para los jugadores más experimentados del plantel. Un buen gesto en medio de un clima muy caldeado.

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