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Postal familiar. Feliz, Fernando Cáceres, ganador de Gran DT, posa con tres de sus hermanas. |
El
Clarín de cada día, un trozo de papel en blanco, una
lapicera a medio usar y un amigo que esté siempre dispuesto a dar
una mano. Eso, simplemente eso, necesitó este riojano de 63 años
para dar la nota en su barrio en la capital de La Rioja y ser la
envidia de cientos de miles. El resto, según él, es obra del
azar. Fernando Waldino Cáceres hoy es la cara de la felicidad.
Es, al menos para Gran DT, el hombre del semestre. ¿Por qué? Fue el
gran e indiscutido ganador del Torneo Fantástico, ese juego que
nunca falta los lunes en los almuerzos de las oficinas, en los
recreos del colegio y en las tardes de mates entre amigos. Acumuló
1.401 puntos y le sacó 8 de ventaja a su escolta, Elva Giménez.
El
éxito no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino en hacer
cosas ordinarias extraordinariamente bien. Cáceres no tiene
computadora en su casa, pero igual está al tanto de todo lo que
sucede diariamente en el fútbol argentino. A pesar de esas
limitaciones, jura y recontra jura que hace los cinco cambios
permitidos en cada fecha. ¿Cómo? “Los escribía en un papelito
cualquiera y se lo llevaba los viernes a un compañero de la fábrica
que se llama Luis. Le decía ‘tomá y hacelos vos’”,
reconoce el entrenador virtual. Y agrega: “Nunca dejo de hacer
los cinco cambios. Me compré el pack premium para realizar todas las
modificaciones posibles”.
El
lujo es vulgaridad, y Fernando no lo conoce. A partir de ahí, su
triunfo y el término humildad tienen cierta semejanza. “El
premio de los $150.000 me cayó por sorpresa. No sé qué haré. Yo
alquilo una casa, pero el alquiler es carísimo. Así que, por ahí,
invierto en alguna casita”, adelanta. Y revela otro gran
anhelo: “Lo repartiré entre mi familia, sobre todo ahora que se
vienen las Fiestas. Es probable que les compre la Play a mis nietos,
ya que antes no podía”.
Sus
nietos son la luz de sus ojos. No lo dice, pero se deduce por el
cambio en su tono de voz cuando se refiere a esos chavales, como les
dice. “Tengo cinco, y el nombre de mi equipo -FranBau Fútbol
Club- es por Francisco, de 2 años, y Bautista, de 10. Ellos son los
hijos de mi hijo Diego. Ya quieren participar de Gran DT. Parece que
es algo de familia”, cuenta entre risas.
Se
considera un pionero del juego. Según él, juega desde la primera
edición del Torneo Fantástico. De hecho, también ganó el
Torneo de Amigos “Incondicionales”, en el que participan todos
los usuarios que estuvieron desde el primer Gran DT hasta éste. “Es
una adicción. Era la hora de que ganara uno de los incondicionales.
Yo estoy desde el principio. No me quedé afuera de ninguno”,
admite orgulloso. Y como una voz autorizada del juego, confiesa su
táctica para estar cerca de la gloria: “Antes tenía
problemas con el presupuesto porque algún jugador se destacaba y ya
le subían el precio. El juego está bueno porque hace que uno se
esfuerce para jugársela con un tapado. Hace que uno use la mente. Si
no es muy fácil... Hay que tener 4 o 5 buenos y el resto tapados”.
Cáceres
es hincha de Boca. Y fanático, a pesar de la distancia que le impide
asistir a los partidos. Sin embargo, en su equipo no hay ni un
futbolista del conjunto de Carlos Bianchi. “No juega a nada
y me da bronca porque dan lástima. Para colmo son caros. De River
tampoco tengo”, refunfuña.
Como
toda persona del Interior del país, la impresión que transmite este
trabajador que espera con ansias los dos años que lo distancian de
su jubilación es de humildad. Y cuando gana la humildad,
la felicidad es de todos.
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