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Primero yo. El delantero, autor de los dos goles de Colón, se la lleva ante la marca de Peppino. |
Cuentan
que no bien llegó Rubén Darío Forestello a Colón, una de sus
primeras decisiones fue llamar a su colega Julio César Falcioni para
que éste le diera referencias de cómo explotar las condiciones
de Rubén Ramírez, un goleador que al Emperador le había
rendido siempre, sobre todo en su paso por Banfield. Del otro lado
del teléfono, con esa singular voz del actual entrenador de All
Boys, se escuchó: “A Tito lo tenés que mimar. Hacelo sentir el
9 titular, que él te va a responder”. Y vaya que así fue: en
cinco fechas del campeonato, lleva cuatro gritos. Le convirtió a
Quilmes, a River en el Monumental y dos a Rosario Central, ayer.
Venía
de un Torneo Final en el que había sido suplente de Emmanuel
Gigliotti y en el que había tenido poco rodaje. Encima, cada vez
que ingresaba se le machacaba su exceso de peso. Sin embargo,
este presente fructífero se entiende gracias a la fórmula de
Falcioni, la muñeca de Forestello y la buena voluntad del delantero.
“El
técnico me dio confianza desde que llegó. Mis compañeros y mi
familia también me ayudaron. Tengo que seguir de esta manera,
metiéndole como siempre”, reconoció Ramírez luego de la
victoria sobre el conjunto rosarino. Y acotó: “Estoy muy
contento porque cada vez que vienen mis hijos hago dos goles. Ésta
fue la primera vez en el semestre que vinieron...”.
Si
hay algo que no se le puede recriminar a Tito es que la
peleó siempre. Surgió de la Inferiores del club y le costó ser
el punta titular. Estuvo bajo la sombra de Esteban Fuertes y de
Gigliotti. Además, en algunos pasajes fue resistido por la gente
de Colón. Pero tuvo la personalidad suficiente para poner la
cara. Por eso, esto es una especie de revancha personal.
“Fue
un partido durísimo, sobre todo después de la expulsión de Bruno
(Urribarri). Ahí se nos complicó y nos tuvimos que meter atrás.
Por suerte lo tenemos a Curuchet, que es un cohete y generó el
penal”, analizó Rubén, quien antes del encuentro recibió una
plaqueta en reconocimiento a los 100 goles que llevaba hasta antes de
recibir a Central. Con los dos que convirtió ayer, claro, suma 102
en toda su carrera.
“En
el entretiempo, el técnico nos pidió que estuviéramos tranquilos y
que esperásemos el contraataque para lastimar”, contestó
sobre lo acontecido durante los 90 minutos. Y con respecto a la
levantada que protagonizó Colón en estas últimas presentaciones,
aclaró: “Estamos muy contentos por el lugar que ocupamos ahora
en la tabla, pero igualmente vamos de a poquito”.
No
quedó muy conforme Miguel Angel Russo con lo que plasmaron sus
jugadores en el campo de juego. "No me gusta perder, y menos
así. Ya está, son partidos que se dan de esta manera. Ahora hay que
agachar la cabeza y volver a trabajar para que las cosas salgan
bien", admitió el entrenador de Central. Y argumentó: "Que
nos ganen con un contragolpe, más allá de si fue penal o no...
Nosotros les dimos la chance para que nos llegaran. Hay que analizar
todo lo que no se hizo bien".
Más allá de su mirada autocrítica, lo que más lamentó Russo fue que no pudieron aprovechar la superioridad numérica. "Teníamos un jugador más. Al rival no había que darle la oportunidad de nada y nosotros se la dimos. Hasta saqué a los que tenían amarillas para que nada nos tomara por sorpresa, pero no fuimos inteligentes", dijo el DT. Y antes de partir hacia Rosario, acotó: "Tendremos que cambiar cuando salgamos a jugar de visitante".
Con
una bronca inocultable
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Inconforme. Miguel Russo. |
Más allá de su mirada autocrítica, lo que más lamentó Russo fue que no pudieron aprovechar la superioridad numérica. "Teníamos un jugador más. Al rival no había que darle la oportunidad de nada y nosotros se la dimos. Hasta saqué a los que tenían amarillas para que nada nos tomara por sorpresa, pero no fuimos inteligentes", dijo el DT. Y antes de partir hacia Rosario, acotó: "Tendremos que cambiar cuando salgamos a jugar de visitante".
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