El Cabezón
Ruggeri se refirió en una nota con ESPN a los incidentes que se produjeron en
la final de la Conmebol
de 1997 contra Atlético Mineiro, rival de esta noche por la Recopa. El
experimentado marcador central contó que pasó casi toda la noche en una celda,
solo, al lado de los futbolistas brasileños que él mismo había agredido en el
campo de juego de La
Fortaleza. Una anécdota imperdible.
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Inolvidable. En su paso por Lanús, Ruggeri dejó alegrías y el recuerdo de una batalla campal. |
Tiene
un currículum exitoso por donde se lo mire. Solamente en 1986, ganó la Copa del Mundo con la Selección Argentina
y tres títulos con River: la
Libertadores , la Intercontinental y el Torneo Nacional. También se
consagró con Boca y con el Real Madrid. No hay dudas de que la
trayectoria de Oscar Ruggeri fue muy exitosa. Casi perfecta. Soñada. Sin
embargo, su historial cuenta también con antecedentes negativos.
Uno de éstos, claro, tiene que ver con la batalla campal que él mismo comenzó
en el campo de juego cuando se desempeñaba en Lanús. Fue en la ida de la final
de la Conmebol
de 1997, frente a Atlético Mineiro. El árbitro pitó el final y él, con la
goleada 1-4 a
cuestas, fue en busca de un rival brasileño que lo había cargado.
“Terminó
el partido y se armó una batahola de piñas por todos lados. Ellos se quisieron
escapar, pero los vestuarios estaban cerrados, trabados por una reja que ponía
siempre Lanús. Cuando nos vamos al nuestro, yo veía que mis compañeros se
bañaban rápido para irse, mientras que yo estaba tranquilo”, narró el Cabezón
en una nota con Alejandro Fantino en ESPN. Y continuó: “Cuando me estaba
cambiando, levanté la vista y había 20 policías… Vino el comisario y me dijo ‘te
tenemos que detener porque hicieron una denuncia’. Y le respondí que ‘sí,
pero no podés llevarme en un patrullero porque voy a salir en los diarios’.
Creía que me iba a escapar”.
De
los seis futbolistas del Granate que luego fueron sancionados por los
incidentes (además de Ruggeri, Ariel López, Juan José Serrizuela, Ariel
Ibagaza, Gustavo Giustozzi y Gustavo Siviero), el único que estuvo
detenido esa noche de noviembre fue el experimentado marcador central.
“Entré y estaban todos los brasileños en una celda y Leao (el entrenador de
Atlético Mineiro) todo envuelto en la cabeza de las piñas que le habían dado. Y
yo encerrado en la celda de al lado, sentadito”, recordó Ruggeri. Y agregó:
“Estaba destruido. No sabés cómo me miraban, el odio que me tenían. Me querían
matar. Estuve preso y me liberaron a las cuatro de la mañana”.
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